Micorreto 6: TIERRAS MALDITAS (parte 5)
Sentí mi estómago revolviéndose al notar como sus huesos rozaban mi piel y no pude evitar que mi cuerpo reaccionara vomitando todo lo poco que había comido ese día. Mi cabeza empezó a dar vueltas y, de pronto, los recuerdos del pasado empezaron a atormentarme de nuevo.
—¡Eres una niña muy mala! —gritaba mi madre, a la vez que me ataba con los brazos a mi espalda.
—¡No, por favor, no lo volveré a hacer! —le rogaba, muerta de miedo.
Pero mis llantos no le hicieron ningún efecto y, entonces, apretó la palanca sin dudar. La cadena que me inmovilizaba los brazos empezó a subir, haciendo que mis extremidades también se levantaran desde mi espalda.
—¡Ah! —chillaba, a la vez que mi hermano me miraba aterrorizado con los pantalones mojados.
El dolor era tan espantoso que sentía que mi mente se obnubilaba, perdiendo finalmente la consciencia, mientras mi vida seguía colgando de un hilo...
—¡Naya, Naya! —vociferaba mi padre, mientras sacudía mi cuerpo con desespero—. Por favor, despierta. No me dejes tú también...
Me desperté con sus lágrimas cayendo sobre mi rostro, abatida por todos esos terribles recuerdos que prefería olvidar para siempre y abracé el cuerpo de mi padre sin pensarlo demasiado. Necesitaba que alguien me diera la seguridad y la confianza para poder seguir adelante. Era como volver a ser esa niña vulnerable y asustada del pasado, la cual se encontraba indefensa ante los atroces acontecimientos de los que no podía escapar.
—Tranquila, todo irá bien —afirmaba, balanceando mi cuerpo entre sus brazos para que dejara de temblar.
Pero sus palabras solo reflejaban una falsa esperanza, pues un abismo aún mayor se aproximaba.
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