Las hijas de Baztán (prólogo + capítulo 1: Baba)


La siguiente historia está ambientada en los hechos acontecidos en la Europa del siglo XV, donde tuvo lugar el fenómeno histórico conocido como la Caza de Brujas. Más concretamente, el contexto en el que se adhiere el relato se inspira en el caso más famoso de brujería en España: Las Brujas de Zugarramurdi.

Por otro lado, el motivo de esta historia es acercar al lector a los sucesos que tuvieron lugar en dicha época, puesto que supuso una gran mancha oscura en la historia de occidente y la Iglesia Católica. Decenas de miles de personas, la mayor parte mujeres, fueron ejecutadas bajo la acusación de "brujería", cuando en realidad eran personas con conocimientos sobre plantas medicinales, que llevaron a cabo prácticas sexuales extramatrimoniales, que tenían otras creencias religiosas o que simplemente resultaban una amenaza en un momento de transición histórica hacia el capitalismo, como por ejemplo las viudas, las cuales las leyes aún vigentes en ese entonces las beneficiaban en cuestiones de propiedad y herencia. Es decir, eran simplemente mujeres que molestaban al status quo de las élites patriarcales y eclesiásticas que gobernaban la sociedad de ese entonces.

Asimismo, cuando se las acusaba de ello, se las sometía a torturas espeluznantes, haciendo que muchas confesaran crímenes que no habían cometido para acabar con el dolor infernal. En consecuencia, eran sentenciadas por crímenes que no cometieron y, finalmente, asesinadas injustamente por una sociedad que odiaba a las mujeres y su independencia. Se cree, además, que el número de ejecutadas bajo la acusación de brujería circula alrededor de los 400.000. Aunque, dado los pocos registros que se tienen de la época, es difícil realizar estimaciones exactas, pudiendo ser un número mucho mayor.

Por todo ello, he querido crear una historia que reflejara los acontecimientos sucedidos en la Caza de Brujas, intentando ser lo más fiel posible al contexto y lo más auténtico posible en lo que refiere a la creación de personajes. En esta historia no solo encontramos la oscuridad propia de los acontecimientos de la época, sino también descubrimos entre sus líneas la justicia, la libertad y el amor. Asimismo, lo escribo desde la perspectiva de una mujer joven de la época que, a pesar del contexto histórico en el que vivía, tenía una visión muy crítica de la sociedad del momento y con ideas muy revolucionarias.

Empiezo este proyecto con ilusión y la esperanza no solo de que lo que escriba guste a quién lo lea, sino que sirva también de aprendizaje y enriquezca así la curiosidad del lector.

Un saludo,

Mima.


Esta es la portada de la novela


Capítulo 1: Baba


Entre cantos de júbilo y exaltación, se oían gritos de desesperación procedentes de unas llamas que se alzaban hasta el cielo. Mis ojos no podían apartar la vista de su cuerpo, el cual iluminaba la oscuridad de la noche y se extinguía lentamente con el fuego.

—¡Muerte a la bruja! —chillaba un hombre junto a sus hijos, los cuales a la vez tiraban piedras y barro a la hoguera.

En mis diez años de vida, nunca había sido testigo de algo tal espeluznante. Los pelos se me erizaban e incluso era incapaz de controlar el temblor que me sacudía todo el cuerpo. El olor de la carne humana quemándose era tan grotesco que me produjo mareos y hasta arcadas. Pero, lo que me resultaba más desconcertante era la crueldad del pueblo, que se alegraba del sufrimiento y, finalmente, la muerte de una mujer inocente, pues la habían acusado sin que existiera prueba alguna de su supuesto crimen.

La mujer juzgada por brujería se llamaba Baba. Era una mujer de casi cuarenta años y de origen asiático que había sido mi niñera desde el momento que nací. La quería como si fuera mi madre, pues en realidad la mía me había cuidado bastante poco, y estaba segura de que no había hecho nada de los crímenes que se la acusaban. Pero, como era de esperar, no me hicieron caso alguno y prefirieron escuchar solo el testimonio de un hombre, llamado Víctor, que juraba haber sido víctima de su maldición. Según relataba, Baba le había intentado seducir con sus exóticos rasgos y, ante su rechazo, la mujer pronunció con enfado unas palabras que resultaban ininteligibles. Unos días más tarde, se levantó con un dolor terrible en sus partes íntimas y, entonces, estaba seguro de que la mujer era una bruja y que, por resentimiento, le había maldecido para que no pudiera volver a yacer con su esposa. Lo que suponía una deshonra, pues significaba que no podría engendrar hijos y, por tanto, tampoco al primogénito que heredaría sus tierras.

Unos supuestos médicos examinaron la infección y apoyaron su relato, puesto que, según decían, nunca habían sido testigos de tal enfermedad; y, por tanto, no podía explicarse por otra causa que no fuera la brujería. Un argumento muy frecuente que utilizaba como excusa la existencia de una supuesta fuerza maligna para justificar su propia ignorancia. Asimismo, la acusaron de otros crímenes que nunca habían sido resueltos, como la desaparición sin rastro de unos niños de apenas cinco años o la muerte inexplicable de una familia entera ahogada en un pantano. El objetivo de ello era generar más odio hacia aquella mujer que sería poco después asesinada y, así, apartar de la vista de la población los casos que ilustraban la incompetencia de sus líderes o escondían los más oscuros secretos de la sociedad.

Habiendo sido testigo de tal injusticia, quise seguir investigando sobre el caso de Baba. Y, después de algunas pocas semanas, descubrí que el hombre que la había acusado pasaba las noches en casas de prostitutas, sobre todo de mujeres orientales. Sabiendo esto, todo parecía tener explicación. Estaba claro que Baba le había llamado la atención ante sus pronunciados rasgos, por los cuales parecía sentir una gran atracción, y se acercó a ella para ofrecerle dinero a cambio de mantener relaciones sexuales. Tiene sentido, entonces, que la viera inmersa en una discusión con él unas noches antes de la acusación, en la cual el hombre la cogía del brazo para llevarla a algún sitio a la fuerza, hasta que aparecí yo para impedirlo. No es que una niña de diez años fuera muy intimidante, pero mi padre era la mano derecha del obispo y todos sabían que era mejor no meterse con nuestra familia. Cuando Baba pudo librarse de ese ingrato, pronunció esas palabras que el hombre aclamó más adelante como incomprensibles, ya que las había gritado en su propio idioma.

Llevando una vida del todo lujuriosa, estaba segura de que su infección se debía a ello y no por una maldición inexistente. Al principio, él no quiso decir nada por la vergüenza que suponía ser rechazado por una mujer pobre y analfabeta, pero más tarde, ante el dolor en sus genitales, quiso vengarse de ella al estar seguro de que sería respaldado por la ley, como así aconteció. Las cosas fueron incluso mejores de lo que había planeado, debido a que la mujer fue acusada de otros crímenes, que ni siquiera conocía, y quemada finalmente en la hoguera. Recuerdo como cantaba y se emborrachaba con sus amistades, mientras Baba moría a gritos de la forma más espantosa posible. Al principio, lo que sentí fue un miedo atroz, pero, en la medida que iban pasando los años, ese sentimiento se transformó en una rabia difícil de controlar, pues Baba fue el primer caso, pero no el último.

—Esto no acabará así... —afirmé seriamente, mientras las lágrimas caían de mis ojos por la frustración de ver una y otra vez ese mismo horror. 


Continuará...


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