Las hijas de Baztán (capítulo 3: Lilith)
En la medida en que me acercaba a la base secreta en la que nos reuníamos las componentes de 'Las hijas de Baztán' y caminaba tranquilamente admirando con cierto estupor la belleza de la naturaleza que me rodeaba, empecé a oír un bullicio de voces conmocionadas. —¡Lilith ha vuelto y está herida! —me dijo Cassandra, una de las componentes más veteranas del grupo, en el momento que llegué. Lilith, una mujer que también llevaba en el grupo desde sus orígenes, había desaparecido hacía unos días. Al principio, sospechábamos que su marido la había encerrado de nuevo en su habitación para castigarla. Pero, cuando íbamos a su casa para visitarla, parecía que estuviera vacía. Al pasar el tercer día sin tener noticias, empezamos a sospechar lo peor. —¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado estos días? —pregunté, al verla con heridas por todo el cuerpo—. Te buscamos por todos lados, no me digas que… —dije sin acabar la frase, aunque no hacía falta porque todas sabían a lo que me refería.