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Mostrando entradas de noviembre, 2020

LA PUERTA DEL INFIERNO (Capítulo 1)

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Era una noche de diciembre. Me encontraba encerrada en una habitación desconocida, sin apenas luz ni ventanas. No sabía que día era, o ni siquiera si el sol o la luna se alzaban en el cielo. Pero, tenía claro que allí solo me esperaba la muerte. —¡Sácame de aquí! —le rogaba—. No puedo más... Sentía que me estaba volviendo loca, esperando un final que no sabía cuando llegaría. Incluso los segundos parecían eternos. —¿Por qué me haces esto?  —le preguntaba entre lágrimas, aunque sin saber si ni siquiera me estaba escuchando. Mi cuerpo tiritaba. S olo llevaba un fino vestido de color rojo, roto además por uno de sus costados, por lo que el frío que pasaba por debajo de la puerta me llegaba hasta los huesos. Asimismo, las muñecas y los tobillos me dolían por el roce de las cuerdas que me ataban, y el corte en el muslo que me había hecho al caerme en el bosque no paraba de escocerme. Era una situación terrible, inhumana.  —¡Que alguien me ayude! —gritaba. Pero no había respuesta. Solo silen

Micorreto 3: TIERRAS MALDITAS (parte 2)

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Entre mis manos sujetaba una fotografía con cierta melancolía. En ella podía ver a un Benjamín de apenas cinco años, jugando inocentemente en el parque y agarrando la mano de su querida hermana gemela. Era la mía, pero había pasado tanto tiempo que era incapaz de reconocerme. Nuestra infancia no fue muy normal, vivimos cosas que unos niños nunca deberían presenciar; pero, al ver esa fotografía, me di cuenta de que también hubo momentos felices. Al menos con mi hermano a mi lado. La conexión que teníamos iba mucho más allá de solo palabras. Imposible de describir. De igual forma que lo era el dolor que sentía ahora que nunca lo vería de nuevo. —Me gusta mucho esa foto —dijo mi padre, mientras apoyaba el hombro en el marco de la puerta con un rostro afligido. Habían sido demasiados cadáveres que enterrar. Ahora solo quedábamos él y yo. Nadie más.  —Y a mí —le respondí, sentada en el borde de la cama de Benjamín. Las sábanas estaban frías, su calor se había ido para siempre. Habíamos ente

Relato de un psicópata: El conde Guillermo (revisada)

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En el abismo de una noche de insomnio, me encontraba en mi rincón predilecto del castillo. Era una sala sin ventanas, iluminada por solo un par de antorchas y en la que se podía perfectamente oler la sangre. A mi me gustaba llamarla La habitación de los juegos .  —¡Pare, se lo ruego! —gritaba la mujer a la que torturaba—. Yo no secuestré a esos niños, lo juro —me aseguraba, mientras lloraba desesperada.  Me fascinaba escuchar sus lamentos de agonía, notar como se les cortaba la piel con un cuchillo recién afilado, ver ese líquido espeso derramarse por sus venas, entre otras muchas sensaciones gratamente estimulantes. Toda mi existencia giraba alrededor de esas cuatro paredes. Era el único sitio en el que podía sentirme vivo de verdad. —¡Gregorio, gira la rueda hasta los treinta centímetros cuando te diga y arráncale las extremidades a esta puta de una vez! —le ordené a mi verdugo entre risas. Lo estaba disfrutando—. Uno...  Era el momento de contar, uno de mis favoritos. —Yo no he hech

Paraules dins la pell (català)

La mort, quan ets jove, sembla tan remota que ni tan sols penses que existeix. Per tu no és ni una possibilitat. És massa lluny. Però, un dia, la vida es complica i, de sobte, una persona de la teva edat ha tancat els ulls per sempre de forma sobtada. S'ha suïcidat. Et preguntes per què, no ho pots entendre. Tenia tota la vida per davant, però no ha volgut seguir. El camí era massa dur per ell. I, de colp i volta, encara només tenir vint-i-quatre anys, la mort ja no sembla tan distant. Avui ha sigut ell i el següent pots ser tu. La pell se't posa de gallina. No ho vols ni pensar, però davant tens un mirall massa gros i no tens més remei que fer-hi front. Et mires i veus que davant teu hi ha una persona que no reconeixes. La seva mirada és trista, els seus ulls no fan més que plorar. Què et passa? Però les llàgrimes segueixen vessant de les seves parpelles. Encreua les seves cames i enfonsa entre elles el seu cap. El seu cos es veu més petit, sembla un infant. Vols que truqui el

Relato 4: LA HABANA (català)

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No hi ha més autonomía que dependre d'un mateix. Per trobar el nostre camí, primer fa falta perdre'ns.  Són un quart de vuit del matí. L'alarma ha sonat fa estona, però estic massa cansada per fer-li cas. No he pogut dormir quasi res. Ahir vaig intentar tancar els ulls, però en el meu cap només podia pensar en com m'ho faria per agafar el transport públic. Fa quatre mesos que visc a Cuba i el pare està fart de portar-me fins a la universitat cada dia. Diu que ja és hora que sàpiga caminar jo sola pel món i, com és habitual, no es cansa de dir que és culpa de la mare per haver-me protegit massa. No com ell, que mai tenia la culpa de res, ni de les meves pors, inseguretats, ni de la meva vida en general... He vingut desde tan lluny només per estar a prop d'ell i ha sigut trist descobrir que mai ens entendrem.  De sobte, l'alarma sona per segona vegada i m'aixeco encara no voler. No em puc endarrerir durant més temps, si vaig justa em posaré encara més tensa de

Micorreto 2: TIERRAS MALDITAS (parte 1)

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La lluvia y cada una de sus gotas golpeaban mi rostro, por el cual caían hasta llegar a la naturaleza putrefacta que subyacía bajo mis pies. Odiaba ese lugar. El sonido impetuoso de las olas chocando contra el acantilado, el intenso olor a sal que se impregnaba en las fosas nasales, la belleza apagada de las flores marchitadas por el frío, las monótonas casas de tonalidades grisáceas, el silencio ensordecedor de las calles sin vida... El sol apenas salía y los días eran siempre oscuros, tristes e incluso tétricos. ¿Por qué alguien querría vivir en esa eterna pesadumbre? Pero eso no era lo único que me hacía aborrecer ese pueblo de miseria.  Cuando era apenas una adolescente, escapé de allí antes de que fuera tarde y pude vivir en paz durante muchos años. Pero la tranquilidad se terminó para no volver nunca al recibir una carta de mi padre. Benjamín, mi hermano gemelo, había muerto y debía volver a casa para su entierro. Yo se lo advertí, pero no quiso irse conmigo y ahora su cuerpo sin

Especial Halloween: Caroline

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Como todas las noches del húmedo invierno de Hellwood, me encontraba delante de la chimenea de mi desolada mansión. El frío resultaba tan intenso que ni siquiera sentía el calor del fuego y mi mascota se puso a mi lado para hacerme la única compañía que tenía en aquella casa abandonada. Con la mirada al pasado, melancólicos recuerdos se proyectaron en mi mente al instante. Años atrás todo era muy distinto.  Mi esposa, Caroline, se enamoró de este hogar por el infinito alambre de rosas que rodeaban los muros de la majestuosa mansión y, como regalo de bodas, la compré para ella. Quería hacerla la mujer más feliz del mundo. — Abre los ojos  — le dije, al quitarle el pañuelo de su rostro. Al hacerlo, tapó al momento su boca con sus manos, como si no tuviera palabras para describir como se sentía.  — Alex... — ¿Te gusta?  — le pregunté, dándole un abrazo desde su espalda.  — Me encanta  — respondió emocionada, a la vez que se giró rodeando sus brazos alrededor de mis hombros para darme