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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Microrreto 7: TIERRAS MALDITAS (parte 6)

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En la medida que sus restos ardían en la hoguera, la tormenta empezó a apaciguarse lentamente. El ventaval era suave como la brisa y los rayos dejaron de iluminar el oscuro cielo de la noche.  —¿Esto significa que esta pesadilla ha terminado? —pregunté, mientras apoyaba mi espalda contra un árbol robusto.  No tenía fuerzas para seguir en pie. —Hemos purificado la tierra y quemado sus restos, no podemos hacer nada más —me contestó mi padre, aunque sin sentirse muy seguro. Cuando llegamos a casa, mis ojos se cerraron en el mismo instante que me dejé caer en la vieja cama de mi cuarto. No me dió tiempo ni siquiera a quitarme la ropa, sucia por la tierra del bosque. Aunque me daba igual, mi cuerpo me pedía descanso y tranquilidad.  Naya... Naya... Naya... Una voz extraña me llamaba. Me sonaba de haberla escuchando en algún remoto lugar, pero era incapaz de ponerle un rostro o un nombre.  Naya... Naya... Naya... Su forma de hablar se volvía cada vez más aspra y tenebrosa, como si intentara

SOLA Y TRISTE NAVIDAD (especial nochebuena)

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Hoy, en un 25 de diciembre cualquiera, me encuentro solo en la penuria de una casa prácticamente abandonada. Nadie ha venido a verme, como de costumbre, pero aun así, he preparado los típicos platos en esta época del año. Aunque sin gran misterio, pues los compré preparados y me he limitado solo a calentarlos. —Feliz navidad —me digo a mí mismo, mientras alzo la copa de vino blanco. La comida se disfruta más en compañía que en la soledad de la noche; por lo que, a pesar de su delicioso sabor, no consigo disfrutarlo. A mis setenta y cinco años resulta demasiado tarde para formar una familia, así que no me queda más remedio que acostumbrarme a este triste sentimiento. Podría llamar a mi hermana, pero no ha querido saber nada de mí desde hace casi veinte años, debido a una absurda discusión por la herencia de nuestro padre. En ese momento, en la oscuridad de una noche inundada por las tinieblas del mismo infierno, enciendo el fuego de la chimenea de mi antigua casa, mientras observo la pr

Micorreto 6: TIERRAS MALDITAS (parte 5)

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Sentí mi estómago revolviéndose al notar como sus huesos rozaban mi piel y no pude evitar que mi cuerpo reaccionara vomitando todo lo poco que había comido ese día. Mi cabeza empezó a dar vueltas y, de pronto, los recuerdos del pasado empezaron a atormentarme de nuevo. —¡Eres una niña muy mala! —gritaba mi madre, a la vez que me ataba con los brazos a mi espalda. —¡No, por favor, no lo volveré a hacer! —le rogaba, muerta de miedo. Pero mis llantos no le hicieron ningún efecto y, entonces, apretó la palanca sin dudar. La cadena que me inmovilizaba los brazos empezó a subir, haciendo que mis extremidades también se levantaran desde mi espalda.  —¡Ah! —chillaba, a la vez que mi hermano me miraba aterrorizado con los pantalones mojados. El dolor era tan espantoso que sentía que mi mente se obnubilaba, perdiendo finalmente la consciencia, mientras mi vida seguía colgando de un hilo... —¡Naya, Naya! —vociferaba mi padre, mientras sacudía mi cuerpo con desespero—. Por favor, despierta. No me

Las hijas de Baztán (capítulo 2: Juana)

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—¡Juana! Llegaremos de nuevo tarde a la iglesia por tu culpa. El padre Jorge se enfadará esta vez —decía mi madre, junto a mi hermana y mi padre. En el salón de nuestra fría y húmeda casa, la cual siempre se mantenía a esa temperatura a pesar del soleado clima de primavera, estaban todos esperándome, preocupados por si nos dejarían entrar a la misa de las siete de la tarde. —Fuimos ayer, ¿por qué tenemos que ir todos los días? —le preguntaba, aunque supiera la respuesta antes de que volviera a mover los labios. —¿A caso quieres ir al infierno? —me respondía con la misma pregunta de siempre. —El infierno no existe, ni tampoco Dios ni la vida en el cielo... Es una historia que la iglesia se ha inventado para controlarnos —afirmé, no dispuesta a dejarme engañar por aquellos miserables que decían llamarse hombres de Dios. El rostro de mi madre se volvió pálido al instante, incapaz de creer lo que salía de la boca de su propia hija decía.  —¡Blasfemia! Dios, perdónala por su ignorancia —sup

Microrreto 5: TIERRAS MALDITAS (parte 4)

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Notaba como las gotas de sudor caían por mi rostro con una lentitud exasperante y en mis dedos se empezaron a formar unas terribles llagas tras varias horas con la pala entre mis manos. El sol parecía estar difuminándose y la oscuridad empezó a acecharnos de la nada. La escena era espeluznante, pero éramos conscientes de que si parábamos, corríamos el riesgo de que algún vecino nos descubriera. —¡Está aquí! —gritó mi padre, al ver la bolsa de plástico con la que enterramos ese cuerpo. Al escuchar esas palabras, el sudor que impregnaba todo mi cuerpo se volvió frío. Y, como si los dioses nos estuvieran viendo, una tormenta se apoderó del cielo y un viento infernal empezó a golpearnos con una fuerza sobrehumana.  —Agarra esta parte de la bolsa y yo lo haré por la otra. Tenemos que apresurarnos antes de que empiece a llover un torrencial —dijo mi padre, alzando la voz para que le escuchara a pesar del ruido que hacían las ramas de los árboles ante la violenta tempestad. —¡De acuerdo! —le

La taza

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Estoy recogiendo los pedazos del suelo.  La taza se ha roto.  No sé como sentirme. Llevaba años conmigo y era el único recuerdo de él que me quedaba. Supongo que ya era hora de dejarle ir, aún todo el dolor que ello suponía. Hasta el momento me aferraba a cualquier esperanza, pero ahora no tenía más que unos restos rotos que ya seguramente ni recordaría. Llevaba toda la vida pensando que le odiaba, pues era más fácil para mí aceptar la rabia que la tristeza de su abandono.  Estoy recogiendo los pedazos que han dejado sus recuerdos por el suelo.  La taza se ha roto.  Y recuerdo de nuevo ese día. Fuimos al cine todos juntos, como todos los viernes. Entonces, cuando estábamos cenando, me dices que tienes una sorpresa. Me encantan las sorpresas y te pregunto emocionada que es. Pero no me lo quieres decir, antes tengo que cerrar los ojos. A pesar de la impaciencia, tan difícil de controlar, cierro los ojos y me das una caja en las manos. Me dices que la abra, pero es demasiado dura y no pue

Micorreto 4: TIERRAS MALDITAS (parte 3)

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Las agujas del reloj marcaban las seis de la tarde. Era verano, pero, incluso en el día más caluroso, el sol brillaba por su ausencia en esas tierras del demonio y nuestros corazones se habían impregnado de la misma oscuridad que la del cielo. Dolor, muerte y angustia infinita. Fuimos pecadores y tuvimos el castigo que merecíamos, pero era el momento de la redención de nuestras almas. Necesitábamos paz, fuera en la vida o la muerte, y no solo para nosotros dos, sino también para todos los que habíamos dejado atrás. —¿Estás seguro de que esta es la única forma? —le preguntaba a mi padre, mientras cogía una pala de metal del maletero de su coche. Estábamos a punto de desenterrar nuestro más oscuro pasado. El origen de todo, el que nos había condenado de por vida y había hecho de nuestras vidas una miseria aún mayor. —¿Acaso tenemos otra opción? —me preguntó, a la vez que hundía su pala en la húmeda tierra. Me resultaba extraño tenerlo cerca, pues hacía mucho tiempo que había dejado de pe

Relato de Rebeca: El secreto de Mrs. de Winter

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Nota de autor : Escribí este relato hace no mucho, siendo al final una equivocación. Pero, como me gustó el resultado final, he querido compartirlo con vosotros igualmente. El secreto de Mrs. de Winter  Me encontraba caminando en los pasillos de la majestuosa mansión de Maderley , cuando de pronto Mrs. Daverns  apareció delante de mí. —Creo que Mr. de Winter l o sabe, Rebeca —dijo con desasosiego. —No me llames 'Rebeca', soy Mrs. de Winter  para ti en esta mansión —afirmé molesta por su imprudencia—. ¿Y a qué te refieres con que 'lo sabe'? —Su secreto,  Mrs. de Winter  —anunció. Al momento, miré a los alrededores y, al no ver a nadie, agarré el brazo de la ama  de llaves para entrar en mi cuarto. —¿Cómo puede ser eso posible? —pregunté, acercándome a ella hasta apoyar mis manos sobre sus hombros. No podía comprender cómo lo había averiguado tan rápido. —Diría que ha sido Mr. Favell . Lo he visto salir de la mansión hace unos minutos y, cuando nuestros ojos se encontraro

Relato Rebeca: Silencio roto

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Anoche soñé que volvía a ver su tumba . El día era tan gris que era difícil no caer en la melancolía y la oscuridad acechaba poco a poco por el cielo, como si anunciara que algo peor se avecinaba. El césped que rodeaba la piedra en la que estaba escrito su nombre parecía estar completamente seca, marchitada por la soledad de quién no era amado por nadie, ni siquiera por su propia hija. —¿A dónde la llevo, señorita? —me preguntó un amable taxista. —Bien lejos de aquí, por favor —le contesté. Pensé que su pérdida no me había afectado tanto, pero parece ser que fui demasiado ingenua. Supongo que construí un muro para dejar de sentir y, ahora, que habían pasado tan solo unos días desde el primer aniversario de su muerte, el insomnio no me dejaba cerrar los ojos y las lágrimas caían por mi rostro de igual forma que la lluvia en cielo. —¿Qué quiere tomar? —me preguntó esta vez un agradable camarero. —Algo fuerte que me ayude a dejar de pensar —le respondí. La tormenta había empezado de nuevo

Ments fràgils (sinopsis + capítol 1 i 2)

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Sinopsis La Clàudia, una jove de disset anys incapaç d'estimar el seu propi cos, neix en el si d'una família poc afectiva. Les carències es fan cada cop més evidents al pas dels anys i, el que en un principi era un sentiment de tristesa, es va convertint en una cosa molt més complexa. Per altra banda, el Pau, un jove amb problemes d'addiccions, ha de fer front a l'absència de la seva mare, després d'abandonar-los per una altra família de forma sobtada.  Ments fràgils   tracte sobre com la salut mental pot afectar a les nostres vides com qualsevol altra malaltia, i també com les relacions que establim amb els altres poden ajudar-nos a curar mancances establertes des de la llar. Es tracta d'una història senzilla, en la que es configura al voltant de dos personatges principals, però en el que podem trobar reflexions que van més enllà de paraules. Capítol 1: Clàudia (part I) Era un quart de vuit del matí i l'alarma va començar a sonar sense parar. Després de un