Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2020

Prostitución (II): La violencia intrínseca y su repercusión en la salud mental de las mujeres

Imagen
He tardado bastante tiempo en escribir sobre el tema, después de que hiciera el primer post al respecto ( link ), porque la verdad no he tenido mucho tiempo, entre otras razones personales. Aún así, he querido seguir a delante con la publicación debido a que es una realidad que creo que es muy importante que se conozca y que, a día de hoy, sigue siendo un debate del que se habla bien poco, o que incluso se evita por incomodidad o falta de conocimiento. En el primer post que subí, hablé en términos generales que era la prostitución, pero en este quiero profundizar un poco y enfatizar sobre todo dos cosas: la violencia sistemática que tiene lugar en la realidad prostitucional (1) y, también, el efecto que ello tiene en la salud mental de estas personas, mayoritariamente mujeres (2). 1. LA VIOLENCIA INTRÍNSECA EN PROSTITUCIÓN Primero me gustaría hablar sobre algunos estudios de Melisa Farley , una importante investigadora sobre este tema en cuestión, que afirma que la violencia resulta un

Relato de un psicópata: El conde Guillermo

Imagen
En el abismo de una noche de insomnio, me encontraba en mi rincón predilecto del castillo. Era una sala sin ventanas, iluminada por solo un par de antorchas y en la que se podía perfectamente oler la sangre.  —¡Pare, se lo ruego! —gritaba la mujer a la que torturaba—. Yo no secuestré a esos niños, lo juro —me aseguraba, mientras lloraba del dolor. —Parece que dislocarte los brazos no ha sido suficiente... ¡Gregorio, gira la rueda hasta los treinta centímetros cuando te diga y arráncale las extremidades a esta puta de una vez! —le ordené a mi verdugo entre risas. Lo estaba disfrutando—. Uno... —empecé a contar. —Yo no he hecho nada... Créeme, soy inocente —insistía entre sollozos. —Dos... —continué diciendo, ignorando sus súplicas. —No, por favor, se lo imploro... —Es tú última oportunidad —le dije, no pudiendo contener la risa ante su desespero—. ¡Y tres! —¡No, no, no! —chillaba, mientras se desgarraba la piel lentamente.  —¡No pares, Gregorio! Esto es hermoso —exclamaba, a