Prostitución (II): La violencia intrínseca y su repercusión en la salud mental de las mujeres
He tardado bastante tiempo en escribir sobre el tema, después de que hiciera el primer post al respecto (link), porque la verdad no he tenido mucho tiempo, entre otras razones personales. Aún así, he querido seguir a delante con la publicación debido a que es una realidad que creo que es muy importante que se conozca y que, a día de hoy, sigue siendo un debate del que se habla bien poco, o que incluso se evita por incomodidad o falta de conocimiento. En el primer post que subí, hablé en términos generales que era la prostitución, pero en este quiero profundizar un poco y enfatizar sobre todo dos cosas: la violencia sistemática que tiene lugar en la realidad prostitucional (1) y, también, el efecto que ello tiene en la salud mental de estas personas, mayoritariamente mujeres (2).
1. LA VIOLENCIA INTRÍNSECA EN PROSTITUCIÓN
Primero me gustaría hablar sobre algunos estudios de Melisa Farley, una importante investigadora sobre este tema en cuestión, que afirma que la violencia resulta una experiencia normativa en la prostitución. Así lo confirmó uno de sus estudios, aunque también en muchos otros, en el que el 73% de una muestra de 475 mujeres prostituidas declaró haber sido agredidas físicamente y el 62% manifestó haber sido violadas por los clientes, o mejor dicho, puteros. Incluso algunas investigaciones dan datos más altos, como es en la de Romero, Weeks y Singer en 2003, en la que el 90% de su muestra reportó haber sufrido algún tipo de violencia también por parte de los puteros. Una mujer en el estudio contó:
“Cuando estacionamos, le pedí el dinero; me hizo creer que iba a orinar detrás del auto y [abrió el maletero] y sacó un hacha. (...) Así que lo vi e intenté correr, pero él me agarró del pelo y cuando fue a [golpearme] me escapé. Comencé a gritar y algunos chicos salieron del refugio, y él se retiró”.
La violencia que pueden sufrir estas mujeres puede ser desde golpes con las manos o las piernas, como también con objetos tipo botellas, bates, palos, martillos, pistolas, rocas, cinturones, tubos de acero o incluso hachas, como es el caso del testimonio anterior. Otra mujer en prostitución comenta:
“Si vas a ser prostituta hay tres peligros: que nos maten, nos violen o nos roben. Una vez, cuando él quería que yo hiciera de todo, yo no lo hice y él me golpeó dos veces e incluso me robó el dinero. Yo lo hago por necesidad, pero ellos quieren tener relaciones sexuales en las que la persona pega a la otra, la golpea y hace daño”.
Como se puede ver en este testimonio, el ejercicio de la prostitución puede ser incluso mortal, y como afirma incluso el Comité Especial de Pornografía y Prostitución en Canadá (1985), el índice de mortalidad en las mujeres en prostitución es hasta 40 veces más alta que la población general. Escalofriantes datos que nos evidencian sobre la realidad de la prostitución y de lo que muchas mujeres pobres, migradas y en situación de marginación, tienen que vivir a diario.
Asimismo, hay que tener en cuenta que los índices de violencia no solo provienen por parte de los puteros, sino también de sus captores, o también llamados proxenetas. Pero la agresividad de estos hombres no es solo por puro placer, por una especie de sadismo reprimido, sino también nace con la intención de poder tener a sus víctimas bajo un dominio total, pues no hay mejor arma de control que el miedo. Además, hay que tener en cuenta que este tipo de violencia no es solo física en tanto que las golpean, dejando en el cuerpo de estas mujeres gran cantidad de heridas como cardenales. huesos fracturados o incluso dientes rotos, sino que va mucho más allá, como sería el no recibir una adecuada alimentación, teniendo en consecuencia claros déficits nutricionales, las precarias condiciones en las que deben ejercer como tal, como sería estar tener que hacerlo en la calle o incluso en malas condiciones de salud, o incluso el obligarlas a tener abortos clandestinos y muy peligrosos si se quedan embarazadas, teniendo posteriormente muchos problemas ginecológicos. Y, así mismo, la violencia no solo es física o sexual, sino también psicológica, puesto que en tanto que las mujeres en prostitución son consideras objetos, constantemente reciben un trato degradante, destruyendo así su individualidad al ser reducidas a una vagina, ano, tetas o boca. En referencia a esto, una mujer en prostitución cuenta: Como explica una mujer en prostitución:
“Te ven como una puta, nunca como alguien que quieran conocer... No soy nada y nadie con quien se sientan conectados. Solo soy los genitales que usan. Podrían haberse comprad una de esas muñecas infladas. No soy nada. Solo soy un pedazo de mierda... No hay razón para conocerme”.
La violencia psicológica también constituye el miedo constante, la imposición, la desvalorización, la humillación, los agravios verbales y morales que estas mujeres reciben a diario. Todo ello, en realidad, son técnicas que utlizan sus agresores y captores para que éstas dejen de resistirse y cumplan por tanto con todas las demandas del proxeneta y el putero. Como dice Cavalcante y Ferreira, también hemos de tener en cuenta el daño psicológico que infringe el hecho de que la mujer en prostitución sea obligada a hacer cosas en contra de su voluntad, puesto que ni tan solo tiene la posibilidad de escoger a sus clientes. Siguiendo esta última idea, una mujer en prostitución contaba:
“Estaba trabajando en la autopista cuando se detuvo un taxi con cuatro hombres. Luego me dieron instrucciones de entrar. Traté de resistir, pero me maltrataron. Se turnaban para violarme. Decían que soy prostituta y que no puedo ser violada. Ese es mi trabajo después de todo”.
2. LA REPERCUSIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA SALUD MENTAL DE LAS MUJERES EN PROSTITUCIÓN
Sabiendo todo esto, los elevados índices de violencia, no es de extrañar que la prostitución inflija un daño evidente en la salud mental de las mujeres. Algunas investigaciones revelan que este conjunto de experiencias traumáticas lleva a desarrollar cuadros patológicos graves como podría ser el Trastorno por Estrés Post Traumático (TEPT). Asimismo, la severidad del trastorno parece estar relacionada con la duración de la actividad prostitucional y el número de eventos traumáticos que se viven. Melisa Farley, en uno de sus tantos estudios, demostró que dicho trastorno es habitual que aparezca en personas que se han visto inmersas en el sistema prostitucional, puesto que el 80% de la muestra de mujeres en situación de prostitución fueron diagnosticadas con dicho trastorno.
Otro aspecto para tener en cuenta es que las mujeres en prostitución pueden desarrollar un Trastorno por Estrés Post Traumático Complejo (TEPT-C), también conocido como DESNOS, por sus siglas en inglés: Disorder of Extreme Stress Not Otherwise Specifed. Este diagnóstico fue propuesto por primera vez por Judith Herman (2004) como un conjunto de síntomas que aparecen en personas que sufren traumas prolongados y repetitivos, como así ocurre en las mujeres en prostitución, La investigación enfatiza además que el diagnóstico se presentaba con más severidad en aquellas mujeres que, a parte de la prostitución, habían sufrido también abusos sexuales en la infancia o han sido víctimas de la trata de personas.
Es importante hacer énfasis en dicho trastorno puesto que es diferente la sintomatología de un trauma prolongado y repetitivo, como se ha observado que sucede en prostitución, de un trauma a corto plazo. Como dice Schmelzer:
“Con un trauma a corto plazo, el organismo se ve superado, abrumado, y la consecuencia de ello es que el sistema se supersensibiliza (...). Cuando un trauma se repite, de manera inconsciente, aunque sabiamente, construimos más bien un sistema de defensa para no sentirnos abrumadas ni sorprendidas de nuevo. Todo ello porque al levantar defensas para soportar la reiteración de un trauma no hacemos otra cosa que preservar energía para la supervivencia. En vez de sentirnos emocionalmente inundadas - por el terror, el miedo y otros tipos de respuesta -, levantamos muros y adoptamos medidas de escape. Nos insensibilizamos, no sentimos nada, y hacemos lo que haya que hacer para mantenernos a distancia, tanto de nosotras mismas como de los demás”.
Por otra parte, hay que tener en cuenta otras patologías que están relacionados con el trauma, como serían la depresión y el suicidio. Según Lindeland, se trata de un diagnóstico muy asociado al trauma, debido a que el evento traumático crea una fractura en las creencias que tiene el sujeto de sí mismo, de los demás y del mundo, que le llevan tanto a desconfiar de los demás como de él mismo. Una investigación al respecto de Roxburgh, Degenhartd y Copeland, señaló que el 87% de su muestra presentaba síntomas depresivos moderados-graves, mientras que el 54% síntomas de elevada gravedad. En el mismo estudio, además, el 74% de mujeres en prostitución reconoció haber pensando en el suicidio en alguna ocasión y hasta un 42% reconocieron haber intentado suicidarse. Como dice un hombre en prostitución: Como explica un hombre en prostitución:
“Muchos de los suicidios provienen de las prostitutas baratas, porque cada vez que lo haces, te come una parte de ti. Estás sentado allí, un viejo sucio quiere que tenga relaciones sexuales con él, y no quiero hacer esto, pero necesito dinero, para esto y para eso. Algunos niños piensan que es una gran broma allá abajo. No es una gran broma, mucha gente te hace cosas realmente enfermas y desagradables. Te sientes tan violado que te devora lentamente. Soy un hombre en prostitución, un pedazo de carne”.
Muy relacionado con los trastornos mencionados, está la disociación, pues muchos profesionales definen la disociación como un mecanismo de defensa que ayuda a la persona que experiencia eventos traumáticos seguir viviendo, expulsando la parte más dolorosa del trauma; o, también, como una estrategia evasiva ante una experiencia que es demasiado abrumadora para asumirla y que resulta en una desconexión y fragmentación de la mente, permitiendo la supervivencia psicológica ante los traumas repetitivos. En la prostitución, la disociación en estas mujeres puede ser consecuencia de tanto la violencia sufrida en la infancia como después en prostitución. Las mujeres en prostitución que han vivido ambos tipos de violencia aprenden primero a disociarse en la infancia para sobrevivir al abuso sexual sufrido y, después, en prostitución es requerido de nuevo su uso por el mismo motivo. Esto es debido a que es necesario disociarse para poder controlar el miedo aterrador, el dolor y poder manejar la crueldad sistemática que se experimenta, separando la experiencia del resto del yo. Como explica una mujer en prostitución:
“La prostitución es como la violación. Es como cuando tenía 15 años y fui violada. Solía experimentar dejar mi cuerpo. Quiero decir, eso fue lo que hice cuando ese hombre me violó. (...) No quería sentir lo que estaba sintiendo. Estaba muy asustada y mientras era prostituta solía hacerlo todo el tiempo. Adormecía mis sentimientos. Ni siquiera me sentía en mi cuerpo. Era como dejar mi cuerpo e irme a otro lado con mis pensamientos y mis sentimientos hasta que él me abandonara y todo terminara”.
Me podría extender mucho más, pero espero que al menos con estos datos os haya podido reflejar un poco lo que es realmente la prostitución. Y si pudiera resumir todo lo que he contado en pocas palabras es que:
- La prostitución no es una elección. Es decir, las mujeres que se encuentran en situación de prostitución no lo han escogido libremente, sino que han sido coaccionadas por un captor o por otras circunstancias de vulnerabilidad, como son la pobreza, el abuso en la infancia o la marginación.
- Se trata de una de las múltiples formas de violencia contra las mujeres. Por tanto, se puede considerar un tipo de violencia machista, pues son mayoritariamente las mujeres quienes son prostituidas y los hombres las personas que compran por tener sexo.
- Los índices de violencia son brutales y que ello conlleva a múltiples afectaciones en la salud de las mujeres.
- La única solución para terminar con esta esclavitud, no es la legalización, sino la abolición de la prostitución.
Os dejo aquí un testimonio que para mi fue impactante de Amelia Tiganus, una supervivente de la trata y la prostitución que ahora se dedica al activismo y la difusión de esta realidad.
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