Sin rumbo


Estuve tiempo pensando en qué quería convertirme, en qué quería ser. Dejé que saliera esa parte de mi que nadie conoce. Esa parte que no muestro a los demás, por mi timidez o por mi falta de confianza en mi misma. Pero abrí los ojos. Ahora soy más realista. Entendí que es imposible para mi encontrar esa respuesta. No significa que los demás no puedan. Es más, creo que soy de esas únicas personas que nunca encontrarán su lugar, que no están hechas para enfrentarse al mundo, que aunque lo intenten nunca lograran encontrar ese camino que tanto anhelan y aspiran tener, y siempre sentirán envidia de los demás. ¿Me estoy rindiendo? Puede, si eso es lo que entiendes leyendo esto. Pero para mi parecer, no es rendirse, es dejar de creer. 

Os voy a contar algo. Hace unos años, las cosas me iban bien, estaba bien, incluso pensé que era feliz. Pero cuando más brillante era la luz, mayor era la sombra que me rodeaba. Entonces, un día esa luz dejó de ser tan potente y brillante, y la sombra de mi espalda aunque se hacía cada vez más pequeña, empezó a mezclarse con la oscuridad que iba acechándome. Y de golpe, todo era tan oscuro que no era capaz de ver mis pies ni mis manos. Me estaba ahogando. Pero, no lo dejé salir. Me quedé en esa oscura habitación donde solo había dos centímetros para poder respirar. Cuando ya llevaba mucho tiempo, empecé a notar las consecuencias. Insomnio, pérdida del apetito, falta de motivación. Como no lo explicaba, iba perdiendo poco a poco, las únicas amistades que me quedaban en este mundo. Me di cuenta que nadie me necesitaba, que era algo inútil, que estaba sola. Que solo había logrado decepcionar a esas personas que tanto me querían y esperaban tanto de mí. 

¿Y qué soy ahora? Un cuerpo vacío que naufraga sin rumbo hacia un futuro sin futuro. Soy alguien encerrado en un presente aburrido, sin grandes aspiraciones ni objetivos. Entonces, ¿qué me hacía seguir viviendo? ¿Qué me hacía permanecer en este mundo sin un lugar para mí? La verdad es que nada, tan solo soy una cobarde que espera a que el destino decida por ella, si es que hay algo a lo que podemos llamar destino. Así que, seguiré, en esa oscura habitación, lamentándome todos los días de mi vida, sin esforzarme, sin hacer nada, sin poder respirar hasta que el destino llame a mi puerta y llegué ese día, que tanto deseo, donde pueda vivir en paz de una vez por todas.





Comentarios

  1. ¡Hola, Berta! En su momento, y en una habitación parecida, entendí que cada ser humano es especial. No solo eso, es único y un tesoro de incalculable valor. Solo hace falta pensar en todo lo que ha debido suceder para que existamos. Se tuvo que crear un universo, las estrellas, los planetas, la vida, extinciones, una especie y tras ella multitud de generaciones. Todo ello fue necesario para que cada uno de nosotros exista. Cada uno somos el legado de algo realmente grande y hermoso. Y todos tenemos algo que aportar, nuestras reflexiones, pensamientos, opiniones, creaciones, sentimientos... Por supuesto, habrá épocas en las que necesitemos cerrar esa habitación para encontrar en ella un ancla que nos lo haga comprender para poder salir después de ella con la cabeza bien alta para decir esta persona soy yo y esta es mi voz. Un fuerte abrazo!!

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  2. Hola David, gracias por tus palabras. La verdad, este texto lo escribí unos años atrás y me ha gustado poder revisarlo y darme cuenta del paso del tiempo, y ver con ello como las cosas cambian. Como dices, siempre habrá épocas en las que necesitemos cerrarnos en nuestra habitación, pero incluso en ese momento creo y me he dado cuenta que todo sirve para algo.

    Un saludo y también un fuerte abrazo,
    Berta.

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