Relato de fantasmas: El abismo de la noche

En la oscuridad de una noche de tormenta, me dirigía junto a mi madre a la casa de campo de sus abuelos. Una villa que llevaba mucho tiempo abandonada tras un accidente del que nadie de la familia quería hablar. Queríamos pasar allí unos días y la mansión se encontraba a las afueras de la ciudad, siendo un lugar ideal para refugiarse del calor abismal de agosto.

—¿Queda mucho para llegar? —pregunté cansada tras horas de viaje.

Teníamos la luz escasa para poder llegar sin perdernos en aquel bosque abundante.

—Falta poco cariño —me respondió mi madre, a la vez que la mansión se perfilaba con la luz de la luna—. Desde aquí ya se puede ver la casa junto al acantilado, ¿lo ves? —preguntó ella esta vez, mientras asentía aliviada al ver que podría tumbarme dentro de poco.

Pero, al apoyar mi cabeza sobre la ventana, pudiendo escuchar de este modo el relajante sonido de la brisa chocando contra las hojas de los árboles, se me cerraron los ojos antes de alcanzar nuestro destino.

Unas horas más tarde...

—¿Mamá? —pregunté desconcertada.

Me había despertado sola en una habitación grande, fría e incluso tétrica, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo en ese instante. Cada segundo que pasaba entre esas paredes, me parecía ver que las siluetas de extrañas criaturas, por lo que cierta sensación de peligro me violentaba más y más fuerte a pesar de intentar protegerme entre las sábanas. Me levanté entonces de la cama para buscar así a mi madre; pero, una vez abrí la puerta, el pasadizo que se encontraba en frente de mi era tan largo y oscuro que parecía no tener fin, y, asimismo, el silencio era absoluto. Pum, pum, pum, pum, hacían los latidos de mi corazón.

—¿Mamá? —pregunté de nuevo al sentirme perdida. No sabía hacia dónde dirigirme.

Tragué saliva, intentando controlar que el miedo no me invadiera. Aun así, el cuerpo me temblaba involuntariamente. Podía engañar mi mente, pero no a mi instinto. Entonces, suspiré y empecé a buscar el interruptor para encender la luz por las paredes de aquel interminable pasillo, cuando, de repente,...

—¡Pam!

El sonido fue tan fuerte que no pude evitar que un grito saliera de mi boca. Parecía el ruido de una puerta abriéndose de golpe por el viento, pero mi corazón latía impetuosamente como si no escuchara a razones.

Snifsnif —sollozaba, deseando poder encontrarme con mi madre. Sentía que no podía aguantar más tiempo sola en ese lugar desconocido.

De pronto, con la vista algo nublada por las lágrimas, me pareció ver la bata turquesa de mi madre bajando por las escaleras.

—¿Mamá? —insistí de nuevo, creyendo que esta vez me escucharía.

Pero entonces su silueta desapareció en la negrura. No queriendo estar más tiempo separada de su lado, corrí impulsivamente para poder atraparla; pero, me apresuré tanto que no calculé bien por dónde ponía mis pies, cayéndome como resultado estrepitosamente por las escaleras.

Aagh —exclamé al aterrizar al suelo. Sentía todo mi cuerpo dolorido como si los peldaños hubieran sido de piedras punzantes y no realmente de madera

Al ponerme de pie, noté que el viento corría por toda la sala y, también, como su olor a sal entraba por mis pulmones. Mis ojos se acostumbraban a la oscuridad y pude ver poco a poco como la ventolera, la cual entraba por la puerta abierta de la entrada, había tirado al suelo parte de todo ese mobiliario antiguo. Pero, de todo ese desastre, hubo algo que me llamó especial atención: el retrato de una niña que se parecía a mí. Me acerqué para poder verlo mejor y, definitivamente, éramos exactamente iguales, aunque con un peinado y una ropa muy distinta.

—¡Crash! —se oyó después de que el viento golpeara la ventana hasta romperla.

Al estar demasiado cerca, uno de los cristales me hizo un corte en el brazo.

—¡Aah! —grité afligida y atemorizada.

El corte parecía superficial, pero no paraba de sangrar y eso me asustó mucho. Creía que iba a morir. No sabía qué hacer y, a punto de entrar en pánico, vi de nuevo la bata turquesa de mi madre a través de la ventana y salí acelerada por la puerta de esa casa del infierno.

—¡Mamá! —la llamé desesperaba, mientras me apresuraba sin dejar de agarrar mi brazo derecho con la otra mano.

La luz era tan escasa que incluso los árboles parecían horrendas criaturas y el viento sus llantos. A pesar de esa espantosa imagen, intenté no quedarme atrapada por el miedo y cerré los ojos para llegar hasta dónde me pareció ver a mi madre. Pero al ir descalza, resbalé por el fango y caí de bruces en el lodo. Toda sucia, quise levantarme, pero, al alzar la vista, me di cuenta de que ya era demasiado tarde. Mi madre estaba al borde del acantilado y dejó caer su cuerpo por el precipicio.

—¡No! —grité angustiada, mientras corría hacia el abismo.

Cuando miré hacia abajo, solo pude ver las olas del mar chocando violentamente contra las rocas. De la conmoción, sentí como mi cuerpo se debilitaba y, de repente, una fuerte oleada de viento me golpeó la espalda, haciendo que perdiera el equilibrio y uno de mis pies dejara de tocar el suelo.

—¡Daphne! —gritó de repente mi madre, cogiéndome por la espalda con sus brazos para evitar que cayera—. Mi padre tenía razón, esta casa está maldita… —afirmó entre llantos, aterrada por la idea de que yo podría haber muerto de la misma forma que la niña del cuadro.





Comentarios

  1. Gracias, Berta, por participar con este relato en la presente edición del concurso dedicada a Shirley Jackson y La maldición de Hill House. Un abrazo y suerte!

    ResponderEliminar
  2. Hola, Berta. Muy buena historia. Me atrapaste desde el principio con esa atmósfera sobrenatural. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Es un relato muy sicologico en la que los personajes y el lector estan atrapados, en un ciclo como una especie de dimension de castigo. Es pues un clasico del horror, muy bien escrito

    ResponderEliminar
  4. También a mí me ha gustado mucho, Berta. Creas muy bien el clima y la historia resulta muy inquietante. Felicidades y mucha suerte.

    ResponderEliminar
  5. Muy bien ambientada la historia y menos mal que la madre logra salvarla. Se ven claros los guiños a la historia de Shirley Jackson. Muy bueno.

    ResponderEliminar
  6. Más que a la historia de Shirley Jackson, me hizo acordar a Rebeca, pero el clima psicológico terrorífico está y está muy bien. Me gustó mucho. Suerte.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Hola, Berta. Aterradora, sin duda, la historia que nos presentas, narrada con la suficiente habilidad para mantener la tensión hasta el emocionante final. El fantasma de esa niña hace que la niña protagonista viva una terrorífica aventura y termine salvada por los pelos de convertirse a a su vez en otro fantasma. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. El clima de la tormenta, la foto, los fantasmas. Hace de este relato algo muy acogedor y a su vez de terror. Un saludo y suerte en el concurso.

    ResponderEliminar
  9. Excelente relato... una atmosfera opresiva y oscura que ambienta la vivencia de la pobre niña y el fantasma que persigue.. Felicidades..

    ResponderEliminar
  10. Hola, Berta. Está claro que no se puede ir a una casa solitaria cuando se hace de noche, más si lleva fama de encantada. Así que con estos antecedentes era inevitable el terror y lo has sabido reflejar muy bien. Si me permites, yo no pondría las onomatopeyas (pam, snif, aag, crash...) Para mi gusto añaden poco y no pega mucho máxime cuando el relato está contado en primera persona. Como comprenderás, es una opinión mía muy subjetiva. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Hola, Berta. Un relato de terror desde la primera persona de la boca y sensaciones de una niña. La misteriosa casa, la oscuridad, la atmósfera contribuye al género que nos ha propuesto para esta ocasión David. Un abrazo, compañera.

    ResponderEliminar
  12. Has combinado muy bien los elementos indispensables para un relato de terror psicológico y con la presencia sobrenatural de fantasmas, especialmente el que habita en esta casa y sobre el cual gira el relato.
    Un saludo y suerte.

    ResponderEliminar
  13. Hola, Berta. Muy buen relato. Casi una historia circular, donde protagonista guarda una similitud con un destino pasado. El ambiente es perfecto y el elemento onírico muy oportuno. No se sabe si es real o imaginado hasta ese giro final que esclarece, casi en una frase, todo el relato. Me gustó mucho.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  14. Un relato con carga de tensión suficiente como para atrapar al lector.
    El final acertado por lo inesperado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Hola Berta. Un relato en el que la tensión está presente desde el principio, en el que se suceden los hechos sin dar tregua al lector. El final, sobrecogedor, menos mal que la madre intervino a tiempo. Las casas encantadas siempre dan mucho juego. Suerte en el Tintero. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Hola Berta,
    Has impuesto una atmósfera sobrecogedora que impone más al contarse desde el punto de vista de la niña. Creo que es el primero que leo que acaba "bien" entendido como que no se ha culminado la tragedia y los fantasmas no se han salido con la suya.
    Suerte y un abrazo

    ResponderEliminar
  17. Hola, Berta. Cuentas una historia inquietante desde el inicio y consigues mantener la tensión hasta el final. Buena aportación al reto. Suerte.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Hola, Berta. Impactante relato con final feliz, en el que eliges que la narradora sea una niña, ganando mucha empatía por parte del lector para tu aterradora historia. Consigues un ambiente inquietante en todo momento con esas descripciones que ayudan a marcar el ritmo de la narración. Al final con el clímax resuelto se rompe el círculo maldito que podría haber llevado a la protagonista a sufrir el mismo final que la gemela retratada años antes.

    Buen relato de terror.

    Suerte en el tintero, un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Hola Bertha
    Tu narración es como el fantasma de tu historia una vez que nos coges no podemos soltar de leer, no ay tregua al lector. Me parece que hay un error de “bulto” inicias con una noche oscura de tormenta y párrafos después dices que la casa se perfila por la luz de la luna. Un abrazo, buena historia.

    ResponderEliminar
  20. Hola Berta, muy bien narrada toda la trama de la historia, el terror y la angustia esta servida. El final que tranquiliza al lector.
    Un abrazo y suerte en el concurso
    Puri

    ResponderEliminar
  21. Hola Berta. Has trabajado a la perfección el tema de la casa encantada. Consigues crear un ambiente espeluznante y sobrecogedor, dejando en el aire el misterio de la niña del cuadro y su parecido con la protagonista, buena base para un relato más.
    Qué tengas mucha suerte en el concurso.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  22. Atrapante historia que te mantiene en tensión de principio a fin. La atmósfera con las pinceladas turquesas de la bata, entre una nebulosa, está tan bien creada que, como lectora, te metes en ella y quieres seguir ese rastro. Muy logrado el uso de las onomatopeyas. Y sobre todo, esa historia paralela y esencial de la niña del cuadro.
    ¡Felicidades y suerte en el Tintero!

    ResponderEliminar
  23. Hola, Berta. Vaya nochecita nos ha hecho pasar acompañando a la niña de tu historia en sus correrías por tan siniestra casa. Menos mal que al final nos has dado un respiro. Saludos y suerte.

    ResponderEliminar
  24. ¡Hola Berta!
    Quería leer muy deprisa para por un lado escapar de la angustia nocturna y por otro para averiguar en qué paraba la historia. Sencillamente espeluznante aunque con final feliz. Muy bueno.
    Un saludo y suertr en el concurso.

    ResponderEliminar
  25. Hola Berta, has logrado una historia inquietante, con buenos golpes de efecto, esos miedos infantiles, tan arraigados, que todos en un grado u otro hemos sufrido, se ven bien plasmados, y el giro final, es un alivio, porque de ningún modo quería ver a esa chiquilla lanzándose al vacío. Me ha gustado, un gran abrazo, saludos, y suerte en el tintero¡¡¡

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Relato: Tú y yo

Relato de terror: Reflejo

Mentes entrelazadas: Capítulo 1