HERMANOS DE SANGRE: Presentación + Capítulo 1 (James Arthur)

Portada
Sinopsis

~1947~

Aunque la segunda guerra mundial haya terminado, no es como si el mundo dejara de estar en guerra. La pobreza y la muerte inundan las calles de las ciudades de todo el mundo, trayendo solo desgracias a sus ciudadanos, sobre todo, los más débiles.

Esta es la historia de James Arthur, un huérfano que une fuerzas con sus hermanos de orfanato para poder sobrevivir en el cruel mundo en el que han nacido. Poco a poco, la pequeña familia que han creado se hará conocida por toda la ciudad de Nueva York como 'Los hermanos de sangre'. La gente les empezará a tener un miedo; pero, en realidad, no es porque sean peligrosos, sino más bien porque son libres. 

Personajes principales

Capítulo 1: James Arthur

Nueva york, 18 de febrero de 1967

Una de las pocas cosas que más me gustan de este mundo es la noche. Las calles vacías, su placentero silencio, el aire que se respira, la oscuridad parcialmente iluminada... Esa noche la disfrutaba observándola desde alto de un edificio, sentado en el borde con los pies tocando la nada a más de veinte metros de altura. A esas horas y en esa época del año, el húmedo y crido frío de invierno se metía hasta los huesos sin escrúpulos, pero era mi momento de desconexión y paz, apartado de una vida llena de constantes peligros. Seguramente sería un tiempo corto, pero siempre era algo de lo que sentirme agradecido. 

—¿Te acuerdas como nos conocimos? —le pregunté a mi mejor amigo, Conan, el cual estaba sentado a mi lado.

—Como podría olvidarlo... Estabas hecho una fiera —me respondió entre risas nostálgicas.

—Pegué hasta el niño más alto del orfanato —dije sin poder contener tampoco la sonrisa, a la vez que apretaba mi muñeca con la otra mano.

Conan se dio cuenta de ello.

—¿Te duele la cicatriz? —me preguntó con un rostro que reflejaba preocupación.

—Siempre que recuerdo el pasado es como si me quemara la piel... —afirmé con un dolor cada vez más insoportable, como si me hubieran herido la noche anterior y no más de veinte años atrás.

Aunque mi mente intentara olvidar aquellos desagradables recuerdos del pasado, mi cuerpo persistía en hacerlos presentes de alguna u otra forma. El escozor de la cicatriz era una de sus sutiles formas de hacerlo.

—Arthur, yo... —empezó a decirme Conan con la mirada perdida entre sus pensamientos.

Pero, de pronto, antes de que pudiera terminar su frase, alguien abrió la puerta del tejado a nuestras espaldas, provocando que ambos nos sobresaltáramos y cogiéramos nuestras pistolas prácticamente por instinto.

—¡Art! —gritó Sarah, mi novia, con un rostro que reflejaba preocupación—. Es el grupo del norte, han entrado en una de nuestras áreas protegidas y han herido a algunos civiles.

En ese momento, bajé mi arma y suspiré. '¿Otra vez ellos? Son como un grano en el culo', pensé algo frustrado por los constantes alborotos.

Nueva York había dejado de ser una ciudad segura que una vez fue. Las mafias dominaban las calles y, con ello, la delincuencia solo hacía que aumentar día tras día. La única forma de salvarse de ello era convirtiéndote en uno de ellos y marcar así tu propio territorio, protegiendo diferentes partes de la ciudad a cambio de una transacción material u económica de la gente del barrio. Nuestro grupo, Los hermanos de sangre, lo hacíamos por un intercambio simbólico de un dólar, pues no queríamos aprovecharnos de la escasez de un pueblo que se estaba ahogando. 

—¡Vamos! —afirmé decido, no dispuesto a que semejantes personajes hirieran a nuestra gente.

Una vez pasé por la puerta, mi agudo oído percibió un susurro proveniente de la boca de mi amigo, el cual parecía estar diciéndole algo a Sarah de no muy buenas maneras. Sabía que su relación no era la mejor del mundo, algo que me entristecía profundamente al ser las personas más importantes de mi vida, pero no le di importancia en ese momento. Había una prioridad que debíamos atender lo antes posible. 

Continuará...


Comentarios

Entradas populares de este blog

Relato: Tú y yo

Relato de terror: Reflejo

Relato Rebeca: Silencio roto